Por: Rosangélica Villamil 9ºB J.M.
Estamos en una sociedad de confusión sedienta de idealismo.
Durante el transcurso del tiempo, en el que pasamos de tener una mente inocente a la madurez surgen pensamientos e ideales que han permanecido de generación en generación dejando confusión.
Queremos conocer el por qué de tantas cosas a nuestro alrededor; la razón de la existencia de cada átomo que nos rodea. Sin embargo, somos indiferentes a las distintas situaciones que vivimos a diario, de las que de una u otra forma hacemos parte y que muchas veces nos convierten en seres autómatas y programables. Renunciamos a nuestra intelectualidad; rompemos nuestra expresión y volvemos nuestros oídos sordos al llamado interno de nuestro ser, olvidando nuestra conciencia en lo más profundo de nuestra psiquis que nos convierte en seguidores de ideales de otros
Olvidamos que seguimos siendo una sociedad subdesarrollada, sometida a los intereses foráneos de la soberanía, a la desigualdad de clases sociales lo que trae consigo la pobreza, la injusticia, la explotación de la fuerza del trabajo para el beneficio de una persona o un grupo, que pasa por alto “respeto al derecho ajeno”.
“Cuando una persona sabe que no sabe, comienza a despertar su conciencia”; (Efraín José Granadillo 2008) no debemos olvidar que “tenemos derecho a existir en esta bulliciosa confusión de la vida y que aún con toda su farsa, penalidades y sueños fallidos”¨ (desiderata) tenemos la oportunidad de elegir entre la ignorancia: factor primordial para que el hombre se vuelva seguidor del hombre, o la intelectualidad: ver las cosas como son y no como las queremos ver o como las muestran. Lo más importante es dejar a un lado la indiferencia.
Pero no debemos olvidar que hay excepciones en cada caso, existe gente con poco conocimiento pero con un gran corazón y también gente intelectual indiferente.
Por ello, constantemente nos preguntamos: ¿Qué tan prudente es seguir los ideales de otros que parecen descollantes o, formularnos unos que aunque modestos nos garanticen un real crecimiento personal?
Estamos en una sociedad de confusión sedienta de idealismo.
Durante el transcurso del tiempo, en el que pasamos de tener una mente inocente a la madurez surgen pensamientos e ideales que han permanecido de generación en generación dejando confusión.
Queremos conocer el por qué de tantas cosas a nuestro alrededor; la razón de la existencia de cada átomo que nos rodea. Sin embargo, somos indiferentes a las distintas situaciones que vivimos a diario, de las que de una u otra forma hacemos parte y que muchas veces nos convierten en seres autómatas y programables. Renunciamos a nuestra intelectualidad; rompemos nuestra expresión y volvemos nuestros oídos sordos al llamado interno de nuestro ser, olvidando nuestra conciencia en lo más profundo de nuestra psiquis que nos convierte en seguidores de ideales de otros
Olvidamos que seguimos siendo una sociedad subdesarrollada, sometida a los intereses foráneos de la soberanía, a la desigualdad de clases sociales lo que trae consigo la pobreza, la injusticia, la explotación de la fuerza del trabajo para el beneficio de una persona o un grupo, que pasa por alto “respeto al derecho ajeno”.
“Cuando una persona sabe que no sabe, comienza a despertar su conciencia”; (Efraín José Granadillo 2008) no debemos olvidar que “tenemos derecho a existir en esta bulliciosa confusión de la vida y que aún con toda su farsa, penalidades y sueños fallidos”¨ (desiderata) tenemos la oportunidad de elegir entre la ignorancia: factor primordial para que el hombre se vuelva seguidor del hombre, o la intelectualidad: ver las cosas como son y no como las queremos ver o como las muestran. Lo más importante es dejar a un lado la indiferencia.
Pero no debemos olvidar que hay excepciones en cada caso, existe gente con poco conocimiento pero con un gran corazón y también gente intelectual indiferente.
Por ello, constantemente nos preguntamos: ¿Qué tan prudente es seguir los ideales de otros que parecen descollantes o, formularnos unos que aunque modestos nos garanticen un real crecimiento personal?
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